Disponer de una buena interfaz de audio es algo más que un capricho, sobre todo si tienes pensado montar un home studio para grabar tu propia música en casa o, simplemente, deseas mejorar el sonido de tu PC, MAC u ordenador portátil. Y es que, por desgracia, los equipos de gama media y baja no suelen ofrecer una calidad sonora aceptable, debido en gran parte a los componentes de las tarjetas de audio integradas. Una condición que ocasiona todo tipo de problemas (sonido sucio, interferencias, rendimiento deficiente, demasiada latencia, pocas salidas, etc.) que limita la experiencia multimedia del usuario,

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… ya sea viendo una película, escuchando música, recibiendo una videoconferencia, editando vídeos para redes sociales o jugando a la videoconsola. La solución, por otra parte, es bastante sencilla: basta con instalar una tarjeta de sonido externa, conectándola al equipo vía USB. Lo mejor es que tienes a tu disposición modelos de todo tipo, desde un simple dispositivo en formato pendrive con amplificador integrado (compatible con MAC, PC, dispositivos móviles, tabletas y videoconsolas de última generación) hasta tarjetas de sonido complejas con controles de volumen y frecuencia, entradas para micrófono, salidas digitales y analógicas, conectividad inalámbrica y un largo etcétera de prestaciones.